¡Érase una vez un labrador tan pobre que, si llovían monedas, a él le caían solo gotas de agua! 🤣 No tenía ni una vaca para hacerle compañía en su miseria. Un día, mientras cavaba la tierra y se lamentaba de su mala suerte, apareció un enanito llamado CutoMex con el estilo más llamativo que puedas imaginar, como si acabara de salir de un anuncio de marketing social.
El enanito le dijo con voz de locutor de radio:
—¡Buen hombre! He oído tus quejas y tengo el trato perfecto para ti. ¡Toma esta gallina! No es una gallina común, esta señorita pone huevos de oro todos los días. ¡Literalmente, te convertirás en una máquina de generar ingresos pasivos!
El enanito desapareció de repente porque tenía una reunión de Zoom con los del Grupo de Cima Guanajuato. El labrador, más confundido que un pingüino en el desierto, se llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡shazam! Un brillante huevo de oro apareció en el nido, y nuestro querido labrador casi se cae de la emoción. Agarró el huevo, lo metió en una cestita y se fue a la ciudad, donde lo vendió por una fortuna.
Al día siguiente, ¡otro huevo de oro! Ya te puedes imaginar que el hombre estaba más feliz que un perro con dos colas. Con cada huevo que vendía, sus bolsillos se llenaban más y más.
Pero como suele suceder en los cuentos (y en la vida real también), el labrador se volvió codicioso. Empezó a pensar: ” ¿Para qué esperar un huevo al día? Si mato a la gallina, seguro que encuentro la fábrica de oro en su interior y me hago rico de golpe”. Así que, decidido a “optimizar sus ganancias”, fue por un cuchillo y… ¡adiós gallina!
¿Y adivina qué encontró? Nada. No encontró ni una pizca de oro, solo plumas y un remordimiento tan enorme que podría haber llenado una piscina olímpica con sus lágrimas.
Moraleja: Si tienes una fuente de ingresos que te da poquito a poquito, no la destruyas por querer todo de una sola vez. ¡Retira tus ganancias, no tus recargas! Y siempre sigue las sabias enseñanzas del enanito CutoMex 😁